Una tarde no como todas estaban Miguel y su padre en el campo, el pequeño estaba tan feliz y emocionado ya que al fin su padre le compró la cometa que tanto quiso.
Pasaron las horas y aunque todavía no era muy noche, las estrellas ya podían apreciarse, esas hermosas estrellas del cielo Japonés, con los ojos brillosos, Miguel mira a su padre y le dice: Cuando quisiera que mi hermano las pueda ver ahora mismo con nosotros. Su padre también quería lo mismo.
Sin embargo Ernesto, el hermano de Miguel estaba en Alemania y no podía enamorarse de las estrellas ahora mismo.
Pasaron los años y Miguel ya tenía 19, estaba en el mismo escenario, el campo, el cielo, las mismas hermosas estrellas que por una espectacular coincidencia salieron como hace 12 años, tan brillantes, esa tarde Miguel estaba con su novia, y aprovechó para contarle esta divertida pero triste anécdota.
Ella le dijo: ¿Por qué no sacas tu cámara, tomas la foto y mañana se lo envías?. Miguel no perdió el tiempo, sacó una hermosa toma panorámica y en menos de 72 horas Ernesto pudo ver lo que su hermano le contaba en todas las llamadas de teléfono que le hacía de niño.

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